La quijada: el canto del burro liberado

En las haciendas cañaverales, cuando un burro moría, su quijada no era enterrada. Se colgaba, se dejaba secar, y meses después, los esclavizados la hacían sonar: una vibración de dientes que parecía reírse del amo. Era un eco ancestral, traído de África, donde también se usaban huesos como instrumentos. La quijada de burro se volvió un símbolo de cómo hasta la muerte puede cantar si se tiene memoria.

Fuente: Feldman, H. (2006). «The Afro-Peruvian Percussion Ensemble: Music as Symbolic Action». Latin American Music Review.

Facebook
X
LinkedIn
Email

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *